Nunca pensé que termotanque de agua averiado pudiera cambiarme tanto la vida.
Eran las ocho de la mañana, mi marido acababa de marcharse a trabajar, como siempre, estaría toda la semana fuera, y yo, tambien como de costumbre, sola en casa. Sono el timbre, pensé que sería él que había olvidado algo, y abrí sin mirar por la mirilla. Ante mi aparecieron un hombrede unos cincuenta años y dos jovenes de entre quince y veinte.
– Somos los del service sra.», venimos a arreglarle el Termotanque. ¿Es usted la Sra. Marina, verdad?
Mientras hablaba, el que a todas luces era el jefe, no paraba de mirarme. La verdad es que no era para menos, la única prenda que me cubría, discretamente, era una camiseta de Platense, de mi marido, que me servía de camisa de dormir. Mis pechos eran bien evidentes, sin corpiño alguno que los contuviera. Mis muslos quedaban totalmente al descubierto. A poco que me moviera se me vería la tanguita sin ningún problema. Y yo, con mis 25 años, aunque me esté feo decirlo, estaba para recogerme..
– Si, si de acuerdo, pasen ustedes. Siganme, por favor. – – La seguimos donde usted diga, señora. Mientras ibamos hacia la galeria, sentía sus ojos clavados en mis nalgas, y, todo sea dicho, no me molestaba en absoluto.
Llegamos a la puerta de la cocina, entre la lavadora y el marmol de la cocina quedaba un paso estrecho que el Sr. Paco, que asi se llamaba el jefe, aprovechó inmediatamente para darme una buena apretada.
– Huy, perdone Sra. , decia mientra me refregaba su verga por mis cola, y vaya pedazo, que tenía el tipo!!… Si le parece bien nosotros vamos trabajando…que debe usted tener ganas de que funcione bien ¿no?
Les deje con su trabajo, mientras me dediqué a mis ocupaciones habituales. Estaba haciendo la cama en mi dormitorio, agachada, de espaldas a la puerta, con el culito parado, cuando noté una presencia extraña, me volví rápidamente, y ahí estaba uno de los jovenes, mirándome embobado el culo, sin ningún recato. Estaba colorado a mas no poder, yo me hice la timida, estirando un poquito la camiseta, sin demasiado convencimiento.
– Si, dime ¿ necesitas algo? – – Dice el Sr. Paco, que ya está arreglado, que si usted quiere se puede duchar para probarlo.
En eso aparecieron los otros dos – – Señora, si usted quiere puede aprovechar para estrenar el termotanque nuevo. – – Muchas gracias, ahora cuando ustedes se hayan ido, me ducharé. – – No mujer, si le parece a usted bien, mejor que lo pruebe ahora, asi si no funciona podemos acabar de arreglarlo. Nosotros aprovecharemos para ir a desayunar. – – Bien, de acuerdo, voy a ducharme.
Los tres hicieron el ademan de irse, pero solo el ademan, llegaron a la puerta la abrieron y la cerraron, pero los muy turros se quedaron dentro, en la habitación al lado de la puerta.
Yo como una tonta voy y me meto en la bañera, estaba disfrutando como una colegiala con un chupetin, el agua calentita resbalando por mi cuerpo y la verdad es que los tres tipos estaban empezando a calentarme, con el regimen al que me tenía obligada mi marido, no era difícil.
En eso se abre la puerta del baño y aparecen los tres hombres con sus vergas en la mano, yo al principio me asusté y estuve a punto de gritar, pero me contuve, afortunadamente.
– Desde luego, estás buenisima, mucho mejor que con la camiseta. Vamos hazle sitio al chico, que tiene que «aprender» de todo en esta vida.
Mientras Don Paco hablaba, dicho y hecho, ya tenía al quince años dentro de la bañera manoseandome como un desesperado. Desde luego el muchacho tenia un buen pene, unos veinte centimetros de carne joven a punto de estallar. Me arrinconó contra la pared, mientras me mordisqueaba los pezones y me metía mano en mi vagina, que se estaba poniendo a tono. El otro, tampoco era manco y hacía lo que podía. Y el Sr. Paco dirigiendo la operación sentado en el bidet como si fuera su trono.
– Dale Antonio, mordele los pezones. Luis métele los dedos en la vagina, no ven como la estan poniendo, la muy puta está recaliente,adivinando mi estado.
Y la verdad es que Paco tenía razón, me estaban poniendo a cien, mi vagina estaba chorreando y pidiendo verga…
– Dejame que te la coma un poquito. Y, ni corta ni perezosa, le agarro la polla y empiezo a lamersela desde la base hasta la punta. – – Hum, está riquisima… ¿te gusta, cariño? – – Muchisimoooo… Estaba tan salido que en dos chupadas mas se fue en mi boca, llenandomela hasta chorrear por mi cara. No deje ni una gota.
El otro chico, Luis, ya iba a entrar en la bañera, cuando Paco le dijo:
– Espera, vamos a secarla bien y a la cama con ella. Te vamos a hacer una mujer, putita!!
Empezaron a secarme entre los dos y no paraban de acariciarme, la nuca, los hombros, el culo, la vagina, los muslos. Mientras iban besandome todo el cuerpo y dándome la lengua, alternativamente. Yo no se para que me secaban, si despues me dejaban chorreando de saliva.
– Veni putita, ya está, a la cama!!
Yo iba delante, de ellos, totalmente desnuda, y los muy turros iban pellizcándome el culo y las tetas.Apenas entramos en el dormitorio, me empujaron sobre la cama y empezaron a meterme mano.
– Vamos, chupamela, me decía Paco, poniendome su verga en los labios. Que, era mas grande que las otras dos… Realmente, me asustaba, pensar que tenía que metermela, pero lo estaba deseando. Mientras tanto Luis no paraba de chuparme la vagina. Me separaba los labios y me acariciaba el clitoris. Parecía mas experto que Antonio.
– Por favor, métemela ya. Yo nunca había dicho una cosa asi. Habia que verme abierta de piernas, yo misma separando los labios de mi vagina y esperando la arremetida de Luis, y la boca ocupada hasta el fondo con el pene de Paco.
A todo esto, Antonio se habia recalentado de nuevo y se incorporaba a la fiesta. Luis me la estaba metiendo hasta el fondo, sus huevos chocaban con mi entrepierna, y no paraba de empujar. Paco le había cedido su puesto a Antonio, que me sujetaba la cabeza y me cogia la boca. Y el «jefe» pronuncio las palabras fatídicas
– Te vamos a dar por culo. Dí un salto. Nunca le había dejado a mi marido y ahora estos guachos me iban a desvirgar el orto, bueno ,este turro, porque esto era cosa de Paco.
– No por favor, me vas a destrozar.
– Tranquila, no eres la primera ni serás la última, ni yo seré el último en entrar ahí, seguro que le vas a coger gusto. Cuando la probes te vas a enloquecer.
Ahora, Antonio se tendió en la cama, boca arriba con su verga al aire. Veni, putita, móntalo, me ordenó Paco. Y no me hice esperar. A horcajadas me puse sobre él, metiendomela hasta el fondo. Quedé a cuatro patas con la vagina bien llena con la pene de Antonio. Luis me la metió en la boca. Y por detrás podía notar las manos de Paco preparándome el ojete. Un buen salivazo y empezó a meterme un dedo, dos y tres, Muy despacito, fue muy bueno conmigo, mi esfinter se relajaba y al cabo de un momento noté como la cabeza de su pene empezaba a empujar…
– Ahhh… Cuidado, que me destrozas.. Los otros dos se pararon para ver el espectáculo de su maestro desvirgando un culito.
Ya estaba la mitad dentro y entonces de un buen empujón me la metió toda. Me dejó sin aliento. Creía que me destrozaba. Y entonces empezó a moverse despacito. Culeando, y girando las caderas, Antonio empezó a cogerme al ritmo. Sus vergas se debían rozar dentro de mí, estaban enloquecidos. En pocos minutos estaban cogiendome como si se acabara el mundo y yo no paraba de jadear y de chupar…
El primero en acabar fue Luis, que me lleno la boca de leche, se me escapaba por la comisura de la boca y no pude tragarmela toda aunque lo intente.
Antonio me llenó la concha de leche y Paco la sacó de golpe y me bañó el culo con su semen.
Caimos todos sobre la cama.
– Bueno, putita, ¿ lo pasaste bien, eh ?
Ya sabes, cuando tengas algo que arreglar nos llamas. Por el precio de hoy, te podemos ir arreglando la casa poquito a poquito. – – Ahora que lo dices, necesitaré un electricista….
Pero eso ya sera otra historia