Desde siempre tuve debilidad por las mujeres maduras. Creo que en la cama son las mejores porque dada su experiencia saben lo que quieren y como lo quieren. A mí personalmente me atraen todas pero las que más, son las entradas en carnes. Que tengan curvas, osea llenitas que tengan de donde agarrar. Hacia ya unos meses que nos habíamos conocido por Internet a través de Facebook, con el tiempo fuimos intimando y me confesó su secreto. Era extremadamente gorda y que pesaba 120 Kg. Cosa que no me importó ya que a parte de las maduras también me gustan gordas.
Vivíamos en ciudades distintas pero solo nos separaba una hora en coche y un domingo quedamos para comer. Llegue a su casa y era tal cual me había dicho. Gorda pero muy gorda. Sus tetas dentro de la blusa parecían inmensas pero lo más impresionante era su culo. Era casi el doble de ancho que yo. Sus nalgas llenaban un inmenso pantalón que por delante a penas podía abarcar su poderosa barriga.
Salimos a comer y pasear un rato para luego volver a su casa. Ella preparó un café y puso música. Tomamos el café y empezamos a charlar, al grado de que se fue poniendo caliente nuestra plática y nos besamos. Nuestras lenguas se juntaron, mis manos acariciaban ya una de sus enormes tetas por encima de su camiseta y su sujetador. Ella me sobaba el paquete por encima del pantalón y estaba a reventar. Por fin pude sacar su camiseta , desabrochar el sujetador y liberar sus tremendas tetas, sus pezones grandes y areolas eran de color rosáceo. Mis manos no podían agarrar una teta entera. Me puse a chuparlas y estrujarlas como un loco. Quería mamar de ellas. Ella ya me había sacado el pene del pantalón y me masturbaba con su gran mano. Sin dejar de apretar sus impresionantes tetas baje besando su inmensa barriga donde su ombligo parecía un agujero más para coger, se lo besé, se lo lamí, ella se retorcía de gusto. Ella me paró, me dijo, quiero chupártela, se puso de rodillas, mirándome con ojos de deseo me pasó la lengua por el glande y recorrió con ella todo mi pene y mis huevos. Chupo mis huevos uno a uno y volvió a metérsela entera en la boca, la llenaba de saliva y se la metía hasta la garganta. Cogí su cabeza y empecé a cogerle la boca. Sus tetas se balanceaban como dos campanas y sentía que me iba a venir. Le dije, cariño, para o me vengo. Ella se sacó mi pene de su boca y me dio a chupar su dedo índice para luego decirme que quería tragarse mi semen. Volvió al pene y se la volvió a meter en la boca pero al mismo tiempo me metió su dedo por mi culo, me masajeo mi próstata y sin remedio me vine en su boca. Ella se lo tragó todo. Me limpió el pene con su boca, la incorporé y le bajé su enorme pantalón. Llevaba un cachetero blanco enorme que tapaba por la mitad su gran culo, parecía un enorme corazón. Se la fui bajando besando sus enormes nalgas. Eran más grandes de lo que me imaginaba. Pude meter mi mano entre sus gordos muslos, tocar su vagina con una raja muy grande y depilada, metí mis dedos dentro y estaba empapado, chorreaba por sus grandes piernas. Eso me excitó muchísimo y pasé mi lengua por toda su vagina y clítoris. Me arrodillé y empecé a comer su inmensa vagina que sabía a hembra y a sus fluidos. Mi lengua iba de arriba, abajo y de abajo arriba. Ella gemía, me apretaba con sus piernas y manos para que no me saliera de ella ni un momento. Por fin se vino y me gritó métemela toda, cogeme. Me puse encima y se la metí toda, vaya que si me la cogi. Su vagina parecía un charco. No paraba de venirse y yo me iba a venir también, le dije me vengo. Ella me dijo vente en mi cara. Me levanté de ella y me puse frente a su cara, comenzó a chuparmela hasta que me vine, todo mi semen le cubrió la cara y parte se derramó por sus ricas chichotas. Cuando termino de comérselo todo, nos levantamos y nos duchamos juntos. Luego de vestirnos me despedí de ella quedando para el próximo fin de semana donde el sexo y las ocurrencias siguieron. Así comenzamos una larga relación la chica gorda y yo.