Después de unos tequilas ya para mi todo era borroso, porque siempre tenía que hacer lo mismo, salir de casa después de un largo día, venir al bar de mi amigo Nick, comprar una botella y pasar la noche hablando con cualquier persona que estuviera a mi lado. Las cosas en mi trabajo ya eran malas y la única forma de sacarlas de mi mente era bebiendo y fumando, ¡Qué original!. Era mi último trago de aquella botella cuando la vi, esa chica que parecía que brillaba como una estrella, nunca me había interesado que vistiera una mujer pero que increíble vestido negro, ella lo lucia increíble, cualquier otra persona lo haría lucir mediocre pero ella, tenía una figura perfecta, el vestido se le pegaba al cuerpo, ese vestido negro con brillantes que la hacía lucir más hermosa que cualquier otra mujer. Se dio cuenta que la miraba, entonces se acercó a mí y después de charlar unos minutos me invito a su departamento, un departamento muy inusual, todo blanco excepto esa puerta azul, que increíble puerta, pasamos y le ofreció un trago, nos sentamos en la sala y continuamos la charla muy amena por cierto. El pudor subía y yo solo quería desahogar esta excitación que tenía, me prendía con solo verla, no pude más, me acerque a ella y comencé a besarla, los besos eran pasionales de una sola noche, comencé a desvestirla quitando su hermoso vestido poco a poco, comencé a husmear por su entrepierna, haciéndola esperar por la parte buena para que lo deseara cada vez más, besaba y tocaba sus piernas de arriba a abajo varias veces hasta que ella me rogó que ya se la lamiera, justo lo que yo quería escuchar, quite su tanga negra, me puse directo a lamer su vagina y clítoris. Mi lengua comenzó a meterse dentro de ella, haciéndola estallar en gemidos y jugos vaginales, hasta que no pudo más y soltó un increíble orgasmo.
Aunque todo apuntaba a que me detuviera un segundo y pasáramos al cuarto, yo no lo quería, la carge, llevándola a esa puerta azul, le di la vuelta y mientras la apoyaba de cara a la puerta, mi pene comenzó a penetrarla una y otra vez, con embestidas cada vez más y más fuertes, haciéndola chocar contra la puerta haciendo mucho ruido, tirando de su pelo hacia mí, una y otra y otra vez, dándole nalgadas y ella pidiéndome más, hasta que lo inevitable sucedió y un orgasmo mutuo inundo la habitación haciendo que los dos nos tiráramos al suelo. Nos levantamos y nos dirigimos a su cama, después de recuperarnos ella agarró mi pene y se la metió toda a la boca dándome un rico sexo oral, volvimos a tener sexo pocos minutos después de descansar.
A la mañana siguiente salí temprano de su departamento, pero al estar enfrente de la puerta azul me quedé admirándola, esa peculiar puerta, esa puerta que había causado tanto ruido anoche, esa puerta que era conocedora de una aventura nocturna.
LA PUERTA AZUL