Cerca de las 9.00 de las nueve de la noche empecé a buscar unas aspirinas ya que no aguantaba el calor y el dolor de cabeza por el mal día. De pronto entre sueños sentí que llego Silvia a mi casa y su presencia era tan fuerte en mi vida que la sentí en cada poro de mi cuerpo y me estremecí pero desde chicos nos habían enseñado a querernos bien debido a que casi nunca nos frecuentamos.
Así que me levante y le abrí las puertas de mi casa y de mi corazón, ella llevaba sus libros de inventarios y su literatura favorita los misterios del alma y de el cuerpo, si era una especie de sicóloga y represéntate de de los ángeles como así se llamaba ella.
-Mario, deberías de cómprate unas velas y un Buda así tu casa se llena mas de buena vibra era una mezcla de masona decía ella aunque mas bien diría yo amazona.
Parecía que sabia toda mi vida, adivinaba mis pensamientos y me quitaba las palabras de la boca hasta el alimento probaba primero ella y después yo era una parásita decían todos los de la familia.
Pero al fin llego el creador a darme la oportunidad de sentir su cuerpo, si esa vez ella estaba caliente y no aguanto mas se metió entre mis sabanas y me dijo al oído ahora soy judía y tu mi árabe, por eso enrosco sus piernas de delgadas con cicatrices de un accidente que tuvo de pequeña y comenzó a besarme en el cuello y el pecho lentamente primero después solo succiono mi boca con pasión tal que aun late mi corazón al narrar ello.
Se quito su sostén de encaje blanco y saltaron sus pechos pequeños pero firmes muy redondos.
De un tiro aflojo su falda y esta callo al suelo aun recuerdo que cerro sus ojos y su mirada se torno vidriosa agarro mi pene y comenzó a masajearlo con fuerza como si quisiera arrancarlo, yo solamente sentí que metí lentamente mi pene en su pagina y esta se acomodo dando lugar al comienzo del mete y saca, mete y saca, ella se voltio para atrás y comenzó a galopar buscando a su macho al que la hiciera sentir mujer.
Agarre sus pechos y los apreté con fuerzas como si fuera lo ultimo del mundo, ella gimió y gimió, yo solamente mantuve su éxtasis concentrándome en sus pensamientos íntimos con el afán de que sintiera placer. Después entre más de una hora de sexo sentí que se mojaron mis testículos con su líquido vaginal, con ese aroma tan propio de ella caliente y con olores dulces y cítricos. Después de hacer el amor me dijo que era a quien había soñado.
Salio de la habitación y vi a algunos parientes en la sala, parecía como si ellos hubieran tramado a aquel encuentro y nos hubieran puesto las manzanas en la meza.