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La reconciliación es la mejor!

La reconciliación es la mejor!

Después de una pelea ¿quién no quiere volver a acurrucarse con su amorcito y pasar una noche en pareja? Bueno, no soy la excepción; hace un tiempo tuve una novia y creo que ambas éramos demasiado intensas en todos los sentidos.

Un día tuvimos una discusión fuerte por un mal entendido, pero al ser ambas orgullosas, ninguna daba su brazo a torcer.

Una vez, nos invitaron a una fiesta amigos en común y aunque estuviéramos molestas, no íbamos a fallarles, así que llegamos cada quien por su lado.

Ya casi para ser medianoche, la vi cruzando el cuarto donde estábamos reunidos todos y no sé si era la luz, la música o el ambiente, pero la veía más bonita esa noche, me acerqué para decirle que era una tontería lo que habíamos pasado y ella comenzó a abrazarme, su mano estaba urgando debajo de mi falda, de manera discreta, por todos los presentes.

Sus dedos llegaron hasta mis calzones y se metieron debajo de ellos, sentía cómo sus yemas acariciaban mis labios externos, provocando que comenzara a humedecerme, sus dedos empapados jugaban con mi centro, entrando apenas la punta de dos de ellos y saliendo para acariciar mi clítoris.

Comencé a notar que estaba caliente de la cara, supuse estaba sonrojada, así que la jalé hasta llegar al baño, escena cliché que sale en las películas, pero es lo más viable cuando estás lejos de casa y las ganas te llegan y te las quieres quitar.

Ella me recargó en la pared y comenzó a darme sexo oral, dejándome aún más empapada de lo que ya estaba, se bajó el pantalón y pegó su cuerpo tanto al mío, que quedó empapada también.Nuestras manos estaban cruzadas, metiendo nuestros dedos en el cuerpo opuesto, dejando hilos de flujo colgando por nuestros muslos, su manera de moverlo dentro mío, me hizo venir, no en squirt, en ese entonces ni siquiera sabía que podía hacerlo, pero sí de esos que te dejan temblando de las piernas y el corazón acelerado, con las ganas de hacer pipí enormes y con la respiración agitada, yo tenía que ser cortés y regresarle el buen gesto, así que me puse de rodillas frente a ella y comencé a succionar su entrepierna, mientras daba pequeñas mordidas a sus labios y lamía su centro.

Noté que estaba a punto de terminar porque sus muslos apretaron mi cabeza. Terminó tan rico que dejó mi boca llena de su flujo, subí para besarla y salimos de ese baño tan enamoradas como antes.

Debo admitir que nuestra relación no funcionó, porque siempre que tratábamos de hablar, terminábamos con los dedos adentro de nuestras ‘amiguitas’.

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