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Mis sueños y tu

Mis sueños y tu

Nos conocimos en un supermercado, por un comentario casual que le hice o que me hizo, no recuerdo bien. Aquel comentario se volvió una pequeña charla y por alguna razón inexplicable, hicimos clic. Intercambiamos números con la esperanza de volver a vernos.

Y así lo hicimos, quedamos para ir a tomar un café. En esta ocasión pude admirar más detenidamente sus facciones, el color de sus ojos, su cabello de color negro, su tez blanca como la nieve… era simplemente hermosa. Su nombre era Katia, era recién egresada de la carrera de psicología y trabajaba en su consultorio.

Nuestra primera reunión fue una charla normal entre dos mujeres, aunque ella es menor que yo, le llevo seis años. Yo soy recién casada y ella es soltera. Nuestra amistad había comenzado. Estábamos en contacto continuamente, ya sea por texto o por teléfono.

Nuestra relación era una simple amistad sincera, pero común y corriente. Hasta que un día, estando en mi casa, salió el tema de las operaciones. Entonces me hizo una revelación inesperada: se había operado el busto. Le dije:

– No sé, me da la impresión de que quedan como dos bolas duras

– Depende quién y cómo te opere. Si quieres te puedo mostrar.

Movida por la curiosidad de saber más, accedí. Fue entonces cuando sonrió levemente, y comenzó a desabotonarse su blusa blanca, dejándome ver por primera vez su ropa interior, de color blanco también.

Ingenuamente creí que eso era lo que me iba a mostrar, pero lo que paso a continuación me dejo sin palabras.

Se llevó sus manos a su espalda y se desabrochó el sostén, dejándolo caer suavemente y dejando al descubierto sus pechos blancos adornados por un par de pezones rozados que casi me roban el aliento.

Mi corazón comenzó a palpitar un poco más rápido, pero trate de disimular. Por un momento me quede petrificada, admiranda tanta hermosura, tanta simetría… sus pechos eran tan perfectos, muy diferentes a como me imaginaba un par de senos operados.

– ¿Qué opinas? ¿Crees que me hicieron un buen trabajo? – Me preguntó.

– Eh… si, te quedaron muy bien

Entonces, ella, de forma atrevida tomo mi mano y colocó su seno derecho, dejándome sentir su suavidad y su pezón sobresaliente. Me sentí mojadita casi instantáneamente. Mi respiración se aceleró un poco.

– ¿Crees que hayan quedado duras? – Volvió a preguntarme

– No… para nada – Le respondí – La verdad, no parecen operadas

– Anímate amiga, deberías operarte tú también

Acto seguido, se volvió a vestir y se fue porque tenía unas citas que atender. Pero esa imagen de sus pechos al aire, no podía sacarla de mi mente.

Me sentía tan intranquila cuando se fue, que por primera vez en mucho tiempo pase un momento rico a solas.

Pero esa es otra historia, seguiré hablando de mi amiga Katia.

A partir de ese día deje de verla a ella como mi amiga y pase a verla como alguien que me atraía. Nunca me había pasado esto.

Días después nos volvimos a ver, platicamos de otras cosas como si nada. Los días pasaban y pasaban, yo no sabía que me sucedía pero no podía dejar de pensar en ella, en su rostro, en sus ojos… en sus pechos.

Un día estando en su auto, me arme de valor. Esta fue la conversación:

– Katy, tengo algo que decirte. Espero no me lo tomes a mal.

– Si, dime.

– El otro día, que estábamos en mi casa y me mostraste lo de tu operación… solo quería decirte que me gustó lo que vi.

Ella se quedó seria, como tratando de asimilar mis palabras. De forma muy tranquila me dijo:

– Gracias amiga por decírmelo. Se requiere valor para hacer una confesión así.

Por un momento nos quedamos calladas

– Te veo mañana sí. – Me dijo -Tengo que atender unas citas

– Si claro, le dije. Hasta mañana y nos despedimos un poco fríamente.

Al llegar a casa, me había arrepentido de haberle confesado mi “admiración”, o como sea que ella lo haya interpretado.

Esa noche ya no hablamos, me sentía muy pensativa, como si algo me preocupara. Creí que ella se iba a alejar de mí por haberle dicho eso.

Un par de días después, me marcó en la noche.

Hablamos largo y tendido, y finalmente pasó lo inevitable… Tocamos el tema.

– Discúlpame Kati, si te hice sentir incómoda

– No amiga, no te preocupes, es solo que no me lo esperaba

– No quiero perder tu amistad Katy, te prometo no decirte nada sobre eso.

– Mira, te mentiría si te dijera que no me gustó lo que pasó. No sé si lo notaste, pero cuando me tocaste el pecho… mis pezones pues… se pusieron erectos.

– Claro que sí Katy, mi mano lo sintió y he de confesarte que me hiciste que me humedeciera.

– Amiga, que sexy… la verdad es que, al estar en topless frente a ti, fue uno de los momentos más eróticos de mi vida. Es una situación que nunca había experimentado

– Katy, gracias por ser sincera conmigo y decirme que también te gustó. No sé si a ti te gustaría que volviéramos a estar en una situación así, porque a mí encantaría verte de nuevo, así… desnudita.

Ella río por un momento, de forma muy tierna me dijo:

-Bueno, está bien… yo también quiero que me enseñes tus “niñas” eh

Al día siguiente, por la mañana, cuando mi esposo se fue a trabajar yo la esperaba con una batita blanca y lencería.

Ella llegó muy arreglada y sonriente, con una falda corta pegadita de color negro y tacones.

Fuimos directo a mi habitacion , no había necesidad de palabras.

Nos sentamos en la cama y me volvió a mostrar sus hermosos senos, dejándome admirarlos todo lo que yo quisiera.

Poco después, casi por instinto comencé a tocarlos, mientras ella sonreía.

Tímidamente me acerque a uno de sus pezones rozados… mi corazón latía fuertemente… nunca había estado tan cerca del pezón de otra mujer.

Me acerque aún más y con suavidad, lo besé. Katy lanzó un gemido leve, pero sexy.

Aquella era una sensación completamente nueva para mí, una sensación rica, así que seguí besándolo tanto… que mi lengua alcanzó a rozarlo.

-Ahhhhhh -Katy gimió, esta vez sin reparo alguno.

Por un momento la imagine en medio un encuentro apasionado con un galán. Supe que eso le gustaría mucho, y lamí y lamí su pezón, como si fuera un dulce.

Ella no paraba de gemir.

Me agarró fuertemente la cabeza y dijo:

– Perdóname amiga, no aguanto más… me vengo, me vengo, ahhh, ahhh

Poco después, nos relajamos y me preguntó:

– ¿Que te gusta que te haga tu esposo?

– Me encanta que me besé el cuello. – Le respondí.

Entonces se sentó en la cama por detrás de mí y comenzó a besarme el cuello

– Que rico -Le alcance a decir

Cuando de pronto, hizo algo que me pareció un poco invasivo.

Por alguna razón, creí que mi entrepierna estaba reservada para mi esposo. Que equivocada estaba.

Sentí como Katy metió sus dedos por debajo de mi pantaleta blanca y húmeda.

– Katy -le replique- Ahi no, que traviesa eres… no

– Empezó a mover sus dedos de arriba abajo y en forma circular mientras me besaba el cuello.

Mi respiración comenzó a agitarse hasta convertirse en gemidos muy ricos.

Ella continuó hasta que no aguanté… la tomé fuertemente por su cabeza, los dedos de mis pies se encogieron y me hizo llegar a un orgasmo delicioso.

Volteé, y al verla pensé: Que hermosa eres Katy. Y entonces la bese y le empece a lamer su rica conchita, esa sensacion se sentia tan rico ella gemia y segui y segui hasta que ella terminó tan rico… 💦👱🏼‍♀️👩🏻🔥

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