Nos metimos al jacuzzi para tomar un relajante baño y conocernos mejor, me platicó que estaba divorciada desde hace varios años, su anterior marido resultó ser un golpeador y por ese motivo solicitó la separación, la cuál se le concedió rápidamente, seguí preguntando sobre ella y continuó:
– Lo primero que hice en cuanto estuve libre, fue irme a pasear por Yucatán, por supuesto que tuve algunos encuentros sexuales, y no pienso para nada atarme a nadie, disfruto mi libertad de elegir a quién me plazca, te estás dando cuenta que me encanta el sexo – exclamó con gesto de picardía.
– Definitivamente no lo pongo en duda, se nota que eres ardiente y tu gusto por las relaciones es notorio, además estás deliciosa, tienes un cuerpo que cualquiera desearía tener, no solo en una cama, en cualquier sitio sería bueno para cogerte- comenté.
– Pues no es por presumir, a mis 40 años, mis medidas son: busto 102, cintura 64, cadera 99, solamente me falta estatura, mido apenas 1.53 – finalizó con aire de tristeza.
– Mi opinión personal es que eres la más rica que he encontrado, mucho más que las chicas jóvenes, además contigo estoy experimentando algo nuevo, los juguetes, y se ve que eres una experta usándolos, ¿no? – dije para quitar ese gesto triste y ver su reacción.
– En eso tienes razón, me encanta usarlos, sobre todo en los días en que no puedo encontrar alguien para bajarme la calentura, exactamente como hace un rato, estaba a punto de irme a casa para masturbarme, afortunadamente nos encontramos y mi temperatura empieza a bajar, aún me falta, vete preparando, o mejor dicho, te voy a preparar yo – terminó con una sonrisa maliciosa.
No pude comentar nada más, tomó entre sus manos el jabón y comenzó a frotarme el cuerpo, nada escapó a su excitante labor, lo pasaba por delante, por atrás, arriba, abajo, la sensación era muy placentera, pero no podía quedarme sin hacer nada, así que me dediqué a recorrer su cuerpo con mis manos, las cuales eran seguidas por mi lengua, al llegar a sus pezones, los pellizqué suavemente, sentí como se endurecían bajo las yemas de mis dedos, puse mis labios alrededor de ellos para saborearlos; sus melones se movían al compás de su respiración, la cual, se estaba volviendo más y más agitada, Paty tomó mi instrumento y lo enjabonó hasta sentir que se endurecía, pasé mis manos hasta su vagina, la acaricié superficialmente mientras nos uníamos en apasionado beso, se acercó a mi para frotar nuestros húmedos y enjabonados cuerpos y lograr que mi erección fuera total, lo que logró casi instantáneamente, sentí sus montañas de carne aplastarse contra mi pecho, sus manos rodearon mi cintura para aumentar la presión, por mi parte, la tomé por las paraditas nalgas e hice un movimiento circular con mi miembro sobre su monte de Venus, su reacción resultó ser un largo suspiro, se soltó de aquel insinuante abrazo y, con voz entrecortada por el placer, dijo:
– Es hora de irnos a la cama, me estoy calentando demasiado y sé que solo se me va a quitar con una buena cogida.
Tomando las toallas respondí – pues solo es cosa de secarnos y ¡a gozar se ha dicho!
Nos secamos sin mucho cuidado, todavía algunas gotas que habían escapado a la toalla se encontraban sobre nosotros cuando llegamos al lecho, ella me hizo una seña para que esperara un momento porque yo estaba arrimándole mi verga por detrás, tomó todos los juguetes que poseía, los colocó sobre la desarreglada cama y dijo:
– Éstos son mis favoritos, son los que proporcionan mayor placer, todos los he probado y los orgasmos que he obtenido son maravillosos, elige uno para que tengas la más placentera sensación de tu vida.
Dudando en cuál elegir, pregunté – ¿cuál me recomiendas?, tu eres la experta.
– Para empezar sin lastimarte, debes usar el “inexpulsable” – es muy parecido a las bolitas anales solo que éste consolador es de látex -, lo lubricas y lo metes por el culo, sus bolitas van aumentando de tamaño y mientras metes una a una, tu ano va expandiéndose cada vez más hasta que queda clavado totalmente, ¿quieres probarlo? – mientras decía esto se metió el consolador doble por sus 2 aberturas.
Temiendo que si no seguía sus indicaciones, probablemente saldría adolorido- como tú digas, estoy en tus manos – asentí.
Con una lentitud que hizo que mi excitación subiera, lubricó el consolador, me puso en la pose “de perrito” y, a continuación, hizo lo mismo en mi estrecha abertura posterior, me acarició las levantadas nalgas y comenzó la penetración.
Mi primera reacción no resultó precisamente placentera, a pesar del lubricante, que tenía un aroma de canela, sentí un leve dolor, el que desapareció mientras ella detenía la invasión de mis entrañas, con la mano que tenía libre, Paty me tomó la verga y comenzó suavemente a masturbarme, en cuanto notó que yo empezaba a disfrutar la caricia, metió otra bolita, que era mayor que la anterior, y esperó mi respuesta, nuevamente la molestia se hizo presente, esta vez resultó algo más prolongada que la anterior pero no estaba dispuesto a detenerme.
– Sigue mamita, sigue, no te detengas, duele pero es rico – gemí con la calentura al máximo.
Como si se tratara de un verdugo que desea prolongar el sufrimiento de su víctima, tardó unos instantes en meter la siguiente bolita, en cuanto lo hizo, nuevamente mi queja salio de mi boca, para acallarla, me propinó unas nalgadas que me hicieron estremecer, mis nalgas temblaron de gozo, repitió la dosis de golpes y de mis labios salió, no una queja, sino un gemido mezcla de placer y dolor, el que ella interpretó como una señal de victoria, sin dudar, clavó la siguiente en mi oscura abertura, al mismo tiempo sentí que la presión en mi chile aumentaba, no supe si disfrutar la sensación en mi lanza o quejarme del dolor en mi ano, acercó su boca a mi trasero y mordió mis temblorosas posaderas, sin darme tregua introdujo la última bolita y dejó que me recuperara de mi sufrimiento.
¡Ya te lo clavé todo! – escuché su voz triunfante -, acabo de violar a mi hombre.
Aún con el consolador clavado, me levanté y la tomé con fuerza del busto, la acerqué a mi pene y la obligué a mamármelo hasta la empuñadura, ella no se hizo del rogar, chupó mi caramelo hasta que casi me vine, la detuve para evitar llenar su hambrienta boca de leche, quería meterle el pene por todas sus aberturas, me había calentado tanto que me convirtió en un perturbado sexual que deseaba saciar sus instintos con la ardiente hembra.
Sin dejar de acariciar el cuerpo de quién me había calentado tanto, saqué de nuestros orificios los consoladores (el doble seguía metido en ella) y la monté sobre mi pene, busqué a tientas algo para metérselo en el culo, gustosamente se introdujo mi carne en su interior y recibió por detrás el vibrador, el cuál, puse a funcionar a tope, sus senos bailaban frente a mi cara, me acerqué para morderlos sin cuidado, mis dientes poco a poco se iban marcando sobre su piel, ella gemía al sentir aquella ruda caricia sobre su pezones, movió con rapidez sus caderas para buscar que el clímax de mi pasión bañara su interior, sentí sus contracciones a todo lo largo de mi miembro, eso indicaba que el ansiado orgasmo había llegado a ella, conteniendo mi explosión, detuve su cabalgata para cambiarla de posición, la acosté sobre la espalda, alcé sus piernas y se la dejé ir de un solo golpe, ella respondió con un movimiento hacia delante para recibirme lo más profundo posible, rodeó con sus piernas mi cintura y me obligó a moverme al ritmo que ella deseaba, el vibrador continuaba en su conducto posterior y continuamos así por un rato más, mis embestidas eran cada vez más fuertes, los jadeos y gemidos eran de un tono bastante alto, casi se convertían en gritos, sentí que mi venida estaba próxima, me salí de su empapada cueva y me subí sobre ella, sacó la lengua labios para lamer mi verga mientras con la mano me masturbaba, en cuanto le avisé que me venía sacó mi reata de la boca y el semen cayó sobre su cara, lo extendió con sus dedos como si fuera una mascarilla y volvió a chuparme hasta que mi verga se volvió flácida, acercándose a mi, me besó apasionadamente y juntos paladeamos el sabor de mi esperma, el placer había sido intenso, me recosté sobre ella y caímos en un reparador sueño.
– Amor, ya es hora de irnos – me despertó en tono suave.
Incorporándome la besé nuevamente y le propuse – debemos repetir la experiencia en otra ocasión, ¿te gustaría?
Tomando mi cara con las dos manos, contestó – el día que quieras, quedé exhausta de la rica cogida que me acabas de dar, solamente quisiera que te cuidaras para que la próxima vez te vengas en mi boca y me tome toda tu leche.
– Eres una insaciable, para la siguiente voy a traer refuerzos – dije en tono de broma.
– Me gustaría intentar algo que no he podido hacer… – comentó misteriosa.
¿De que se trata? – inquirí.
– Quisiera tener vergas en mis 3 hoyos, uno adelante, otro atrás y el tercero en mi boca, tal vez sea algo degenerado pero mi calentura es demasiada y sería una experiencia nueva, por supuesto eres el número uno de la lista, solamente faltan 2 participantes más, no se si conozcas a quién pueda ayudarnos.
– Pues déjame conseguirlos, no creo que sea muy difícil, ya sabes que los hombres somos calientes y me imagino que no será muy difícil compartir a alguien tan caliente como tú, es más, cuando les platique de tu temperamento van a sobrar candidatos