Los consejos para disfrutar de una vida sexual excitante e intensa abundan: posturas, palabras ‘mágicas’ o preliminares definitivos parecen ser la llave que abrirá a cualquiera las puertas para disfrutar de orgasmos increíbles. Pero, lamentablemente, aún hay muchas mujeres que no son capaces de llegar, ni tan siquiera acercarse, al clímax. Y pocas son capaces de confesar la realidad de su frustración.
Ahora, una persona anónima ha decidido contar su historia en ‘Women’s Health’. En ella narra cómo consiguió acabar con unasrelaciones sexuales insatisfactorias, y su relato puede resultar de lo más alentador para miles de mujeres que comparten esa incapacidad para llegar al orgasmo.
¿Esto era el sexo?
“Tengo 45 años pero no tuve mi primer orgasmo hasta hace 3. Y no fue precisamente por falta de intentos. Tenía 19 años cuando perdí mi virginidad, fue la primera vez que ocurrió que él llegase al orgasmo y yo no, y pensé ‘¿esto es el sexo? Menuda decepción‘. Lamentablemente esto siguió ocurriéndome los siguientes 20 años de mi vida”
Tras algún pequeño intento durante sus 20 por enmendar la insatisfacción, optó por mantenerse ‘virgen’ –a partir de ese momento, claro está– hasta el matrimonio. Fue a los 36 años cuando se casó con Scott, como le llama en el relato, pero la espera y las ganas generadas no fueron suficiente. Su vida sexual no parecía funcionar de ninguna de las maneras.
Intentar tener un orgasmo sin éxito durante 23 años es como si a alguien que nunca ha comido chocolate le tratas de explicar lo increíble que es su sabor
La pareja optó por acudir a un asesor matrimonial y una de las directrices que les dio fue que tenían que practicar sexo al menos tres veces a la semana, aunque ella no llegase al orgasmo. “Después de dos años y medio perdiendo el tiempo, sabía que me gustaba la intimidad, el roce y los abrazos, pero estos nunca fueron suficientes para que alcanzase el clímax pese a que Scott siempre me decía que le dijese qué me gustaba y constantemente me preguntaba si estaba bien”, recuerda la protagonista.
“Había leído todas estas novelas románticas y todo el mundo a mi alrededor hablaba de lo genial que era el sexo. Pero para mí, era solo una tarea más entre todos los millones de quehaceres que tenía que hacer cada día”, confiesa. “No dejaba de pensar que tenía que haber algo más y que algo faltaba en mi vida”.
¿Esto es normal, doctor?
“Sabía que tenía que haber una respuesta por ahí. Cuando le pregunté a mi ginecólogo qué podía hacer me sugirió que me masturbase. Recuerdo pensar ‘¿está bromeando?’”, continúa. Fue justo después de aquella visita al especialista cuando encontró un cartel de un centro médico especializado en sexualidad femenina que decía algo así como ‘¿No eres capaz de tener un orgasmo? ¿No sabes lo que es un orgasmo? ¿Te sientes sexualmente insatisfecha? Tenemos la solución’. Como si le hubiesen mandado el mensaje desde el cielo, no tardó en acudir a aquella clínica especializada en cuanto dejó de amamantar a su segundo hijo.
Tenía 41 años cuando empezó el tratamiento en enero de 2011. Tras varios análisis y exploraciones, los médicos se dieron cuenta de que los niveles de testosterona en sangre eran mucho más bajos de lo normal, por lo que iba a necesitar que su cuerpo reclamase algo más de interés sexual y aumentase su grado de excitación en los encuentros.
La sensación fue mucho más potente de lo que esperaba, me sentí como si una corriente eléctrica pasase por todo mi cuerpo
“Empecé varios tratamientos hormonales y me recomendaron que viera potnografia así que me dieron un iPad que mi marido codificada para que nadie más que yo pudiese usarlo. Él siempre fue muy paciente y amoroso, me apoyo durante todo el proceso”, comenta con cariño.
La búsqueda del orgasmo
“Con el aspecto médico cubierto y un nuevo estímulo visual, estuve cerca de un año en tratamiento pero todavía me costaba mucho acercarme a la meta ni mucho menos cruzarla”, explica y comenta que la vida familiar con dos hijos minaban su intimidad y unos encuentros sexuales totalmente planificados dejaban sus insatisfechos deseos en un segundo plano.
Pero encontró la solución en una táctica a la que hasta ahora había dado la espalda: “Me compré un par de vibradores y empecé a practicar con ellos. Estaba en el segundo año de tratamiento y entonces me inyectaba cápsulas de liberación prolongada que tenían una dosis mucho más fuerte que las de testosterona. En la primavera de 2012, cuando me dieron la dosis más alta ¡tuve mi primer orgasmo!”, recuerda emocionada.
Tenía una gran cantidad de vello facial y llegó un momento en el que estaba todo el tiempo pensando en sexo. Así que decidimos parar con las hormonas
“Mi marido y yo estuvimos unos 45 minutos manteniendo relaciones sexuales. Fue una de las sesiones más largas de nuestra historia. Todo lo que recuerdo es decirle a Scott ‘¡ahora sé lo que me he estado perdiendo!’ La sensación fue mucho más potente de lo que esperaba, me sentí como si una corriente eléctrica pasase por todo mi cuerpo de una forma extremadamente placentera. Fue una liberación enorme”.
Cuidado con el abuso de placer
Pero no todo podía ser tan sencillo. Tras descubrir la dosis perfecta para gozar de intensos orgasmos con su marido, comenzaron los efectos secundarios del consumo de testosterona: “Tenía una gran cantidad de vello facial y llegó un momento en el que estaba todo el tiempo pensando en sexo. Así que decidimos parar con las hormonas, ya que, por aquel entonces, ya había conseguido tener orgasmos regulares usando un vibrador”.
El fin del tratamiento hormonal se tradujo en unas relaciones activas y placenteras de forma natural. Aunque reconoce que sin la ayuda médica quizás nunca habría disfrutado de un orgasmo, hoy sabe cómo conseguirlos sin problema con la ayuda de los juguetes sexuales que, reconoce, no duda en recomendar y regalar a las mujeres que conoce que confiesan tener un problema similar al que anuló su vida sexual durante más de 20 años: “Intentar experimentar un orgasmo sin éxito durante 23 años es como si a alguien que nunca ha comido chocolatele tratas de explicar lo increíble que es su sabor. Pueden describirlo, pero hasta que no lo coma por sí mismo, realmente no sabrá de lo que le hablas. Estoy muy contenta de poder saber lo que es el placer orgásmico por mi misma”.
Espero que esta historia te ayude a pensar en que alcanzar el Orgasmo es un Placer absoluto.